Cierta tarde nadaba en el mar una joven sirena, muda desde nacimiento, que en pleno atardecer descubrió a un barco perdido. Al ver que un marino caía de la nave, ella se enamoró al instante de él. Se acercó a él, lo agarró fuerte entre sus brazos, y le dio sus pulmones de pez para que así, él pudiera respirar. Mientras caían dentro del mar, ella notaba que al marino le salían escamas, al tiempo que a ella le aparecían piernas de humano.
Tocando el fondo del mar, el marino abrió lentamente los ojos, mientras ella terminaba acostada en la arena, ahogada por las palabras que nunca dijo.
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