viernes, 3 de agosto de 2012

Des- Aparecer expuesto.

Des-Aparecer captura bajo el lente de Simón Malvaez, una serie de fotografías que junto con texto narran pequeños relatos acerca de la impermanencia del ser a través del espacio-tiempo, pero habrá de recordar que en la memoria, los recuerdos permanecen, rindiéndoles un nostálgico tributo a los golpes y caídas metafóricas que se pueden apreciar en cada uno de los títulos. Desahogo de los tiempos pasados, anhelo libre del futuro. La lección radica en saber cómo exprimir el sabor sólo del presente para des-aparecer fantasmas y encontrarse a uno mismo quitando aquellas máscaras que develan lo que estaba oculto.


1. Anómia
Acerca de estar ausente, sin ley en vagos pensamientos. Era un día importante para ti, y recuerdo me invitaste al café del malecón, tenías una presentación en minutos. Sentada en la silla pensaba, eres tan valioso como un diamante. Los sentimientos de incertidumbre al manejar tú y yo como un nosotros llegaron a mi mente mientras los personajes del teatro se quitaban las máscaras para sonorizar un te quiero.





2. Nunca tan alto caí
El amor ideal es platónico. Pero siempre existe el riesgo de enamorarse. El juego carnal consiste en: ¿quién caerá primero? Los dos ganamos o los perdemos en esta entrega de vínculos emocionales. Tenemos en nuestras manos la potencia de ganar juntos o perder separados. ¡Mírame! Nunca me había sentido así, te lo digo sonriendo. 



3. Niño Rojo
Te traigo cargando éste mundo, que a la vez soy yo. Sígueme, y recuerda este mar sereno y sincero. Recuerda también mis volcanes, erupciones y desastres naturales. En los sueños donde remo en esta balsa y vuelo mi papalote rojo, dañado por la lluvia, donde sopla el viento y no lo dejo caer. Te pido no te escondas, que eres mi tesoro. Estoy cargando este mundo para entregártelo a ti.



4. Luna mía
Luna mía, no te ahogues en la corriente del río, porque a pesar que él sabe que no sé nadar, aún sigo remando. Eres espía natural de todos nuestros encuentros, testigo de vivencias íntimas. Te exijo que no te alejes de mí, que no me alejes de él. Quédate luna que en noctámbulos diálogos ambos pertenecemos a la noche.



5. Me busco
Bailé al vacío, lento no habrá de detenerse. Fluyo y colecciono piezas de las identidades en la búsqueda de un autoconocimiento. Balancéate desde el interior, en esta dualidad genuina entre movimiento y reposo. Lamentablemente me busco, afortunadamente también algunas noches me encuentro. Otras veces, te cuento que por ti me pierdo.


6. Piedra, sólo por ti lloro”.
“Yo no soy una montaña” Me dijiste una vez cuando, sin que fuera mi intención, te lastimé. Arriba en la cima, donde sólo llegan algunos pocos me pregunté ¿Cómo recuperaré mi sombra? Ahora que me desprendí del pasado, no podré caer sin pies. Te respondo: No eres una montaña, ni siquiera una piedra. Tengo carne que se amarra a mis huesos, tengo lágrimas que escapan de mis ojos. 





7. Verbo Carne
Palabras que se retuercen por otras. Profecías intrusas y enemigas. Conjuros que habré de desvanecer, encantos que tendré que romper. Tal como dijiste que lo haría, tal lo estoy viviendo.
El ser siendo y sintiendo. Desde que te alejaste tus palabras se hicieron verbo y comenzaron a vivir lentamente en mi en carne. 


8. Aquí están mis manos.
Desvanece toda ilusión, muéstrame la verdad y quítate todo antifaz que evite ser reconocido. No se trata de un adiós si no de una despedida. Estoy aquí, esperando tu respuesta. Esperando con mis ojos, con mis manos, con mis labios. Vamos, seamos transparentes y desnudemos sentimientos. En ésta fusión de dos me entrego con las manos limpias, trátalas como tuyas. Tómalas, que quiero contar todas y cada una de las estrellas que habitan en tu piel.


9. Nuevo Corazón
Kelenóste. Inspirado del griego Kalós, cuyo significado es bello, y Nostos: Regreso. “El bello regreso” concebido bajo mí autoría, preciso para éste autoretrato, encantado por la nostalgia del recuerdo. Como el bello regreso que puede haber entre tu y yo.
La palabra “recordar” viene del latín “recordari “, formado de re (de nuevo) y cordis (corazón). 
Mi re-cordis es tu Kalenóste. 

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