El cactus es, al fin y al cabo, espinoso. La orquídea es, al fin y al cabo, delicada. La rosa es roja, y tiene espinas. Y si la aprietas, sangre brota de tus manos. Lógico, principio básico de la realidad. Cosas que sabes, porque lo sabes.
La marea sube y baja, se mueve. Cambia. Y uno aprende de ella. Uno tiene que seguir en movimiento, cuidarse de las espinas y, ¿Porqué no? cuidarse también de lo delicada que son los pétalos de las flores.
El tiempo corre y no nos podemos detener. Todo se acomoda, y sólo matando la semilla podrá nacer el árbol. Uno tiene que acomodar las estrellas que hay en sus manos para conseguir la constelación deseada, y así poder seguir en lo que viene. En la nueva primavera. En la nueva marea. En la nueva noche.
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