jueves, 19 de noviembre de 2015

Cartas a Diego, III

La tercera parte: la carta que no te di
Curioso cómo todo inició con una obra, y terminó en la misma.



Diego Bonito, Diego del alma.
Te regalo mi fuerza, para que atienda los deseos que quedaron pendientes. Te regalo mi somnolencia, para que alejes a los demonios que te rodean. Y te regalo mi desnudez, para que construyas en el un puente cuando el tiempo sea el adecuado. Te regalo mi silencio, te regalo mi ausencia. Que toda esta generosidad se mostrará en el volumen de tu brillo.

Un día aprenderé el porqué de algunas cosas. Intento aprender cómo camina tu corazón, dejándome llevar por lo que los días me quisieron dar. No te preocupes por el mío. Mi coraza es de oro.

Te pido flaco, que aprendas a escuchar la noche. Yo no pienso tragar mis dolores. La dicha de serte honesto y transparente se volvió piedra. Te la di en tus manos hace unos meses. Era de noche. Y pues, aún después de todo esto, me sigo preguntando: ¿Dónde estabas cuando te pensaba? ¿Dónde estabas cuando dormías a mi lado y yo no podía soñar? En fin.

Me quedé dormido escribiendo esta carta. Quizá las palabras se cansaron de esperar. Y aunque parezca extraño, te salivo y te quiero devorar. No olvides que en tu silencio habita el mío, y si no sabías esto para estos días, quizá no me conoces tan bien.

Espero que el viento te enseñe a reconocer que hay daños que te hacen crecer, y que para que sane la herida hay que dejar de tocarla. Porque en esta demora de amor, yo imploro paz para esperar. Yo imploro paz para esperar. Yo imploro paz.

Te mando besos de agua para que calmen tu cuerpo y tu alma, y dejo este espacio en blanco por todo este mar de incertidumbre que necesita respirar.






Valora y agradece lo que tienes, y lo que eres.

martes, 3 de noviembre de 2015

estos días


No he hablado mucho con la gente durante estos días, y me pongo a hablar con migo mismo. Estos días de temblores emocionales, de incertidumbres y otras cosas que no había volteado a ver desde hace mucho tiempo. Y me pongo a pensar desde mis adentros, cómo es que caímos en esta situación?

He estado muy cansado, de muchas cosas. pero no se trata de quejarse sin hacer nada. No me puedo quejar de algo que puedo cambiar. Aún así creo que ya no depende tanto de mi. No sé no sé no sé.

A pesar de eso, son de esos lindos atardeceres de noviembre. Paseo por reforma en bicicleta de noche y se siente un aire muy liberador. Trato de no pensar en ti y limpiar mi mente. Que no porque tengas frío yo tengo que prenderme en fuego.

Necesito tener las cosas claras y crear un verdadero armisticio entre tu y yo. Ésta es la última canción si permitimos que así sea. Pensé que ya lo sabías.

Mucha luz


El 1ro de noviembre fui a visitar a mi abuela. No la había visitado desde su entierro, hace más de dos años. Decidí (quizá por voluntad ajena) ir solo. Tardé un poco en encontrarla ya que el panteón Jardín es muy grande. Pero llegando, y al encontrarla, salieron las lagrimas en automático. Le lloré mucho. Le dije que la extrañaba, y le agradecí por muchas cosas. Como símbolo personal, sequé mis lágrimas con dos cuarzos, uno para cada ojo, y los dejé sobre su placa. Me sentí liberado de muchas cosas. Y de alguna forma me dio mucha fuerza. Cómo te extraño, Luz.
Nunca me contaste de las cosas que te hacían fuerte y las cosas que te debilitaban

domingo, 1 de noviembre de 2015

Me he encontrado en un silente sufrimiento. una hemorragia interna que se siente como piedra del infierno. Un silencio, el más violento, que resguarda muchas penas y frutas secas. Que por confiar en las coincidencias los surrealistas no vieron la virtud del olvido en mis adentros.
Y pensé, hace mucho que no lloraba por estas cosas, las simples cosas. Hace mucho que la soledad no me jalaba de la otra mano. Por eso estoy así, en mi yo más vulnerable y flor de invierno.